HISTORIA DE ARAGÓN (III)

Estas Leyes, que promulgaron aquellos primeros Aragoneses, conocidas con el nombre de "Fuero de Sobrarbe", se dirigían principalmente a contener la autoridad soberana dentro de los límites de la justicia, y de la equidad; para que si acaso viniesen a dar en las manos de un opresor no sucediese jamás, que se viesen esclavizados y desposeídos de aquella parte de libertad, que era justo que disfrutasen y que a costa de sus propias vidas habían alcanzado. Al menos ésto es lo que claramente se deduce de los pocos fracmentos que de ellas nos han conservado nuestros historiadores; éstos se reducen a decir: Que el Rey estuviese obligado a gobernarlas en paz y justicia; que lo que fuese conquistado de los moros lo repartiese con los Ricos hombres, los caballeros y los Infantones y de ninguna manera con los extranjeros: Que no pudiese establecer leyes sin consejo de sus súbditos: Que no pudiese mover guerra, ni hacer paces, o treguas con otro soberano. porque conociendo estos sabios legisladores, que en medio del espíritu de dominación, que en todas partes reinaba en aquella época, podía siadud ^ haber quien sacrificase a los deseos de engrandecimiento e inviolable de un juramento ]uzgaron que podría tal vez no ser suficiente a defenderlos de la esclavitud que tanto temían el jurarles la inviolabilidad de sus Fueros. Y aun cuando esto hubiese bastado, sabían que sí se despojaban enteramente del poder, o si no hallaban un medio de velar atenta, y continuamente sobre la conservación de los derechos de que no querían despojarse, no podrían, cuando menos andando el tiempo, evitar de verse tal vez esclavizados; porque conocían que el poder de una parte y el descuido de otra habían sido en aquella época el origen del despotismo, Por esta razón establecieron por ley que lo que se fuese ganando de los moros se repartiese entre todos, y que solo atendido el dictamen suyo se les pudiesen establecer nuevas leyes: con lo que evitaban el que nadie pudiese por medio de un poder desmedido adquirir una superioridad contraria a sus intereses y capaz de  destruir el equilibrio, que según el estado de los reyes vecinos y del espíritu que por todas partes dominaba era en aquellos días indispensable a la conservación de una monarquía. Y como quiera que estando a cargo de todos, mayormente en medio de las guerras en que se hallaban complicados, era imposible que pudiesen atender; a sí les violaban los derechos que querían conservar, sin cuya atención no podían menos de verse con el tiempo insensiblemente despojados de ellos, establecieron un magistrado, cuyo cargo era únicamente velar por la conservación de estos derechos. Este magistrado, cuyo cargo era velar por la conservación de los Fueros, llamado entonces juez. medio en lo sucesivo justicia mayor  y en los últimos tiempos de esta monarquía Justicia de Aragon, debía gozar de una gran autoridad, como que había de ser el defensor del reino todo, en caso que intentase alguno despojarlo de sus derechos. A este efecto se les prescribieron las leyes con que debía gobernarse en el cargo que se le confería; se le proseyó de todo el poder y autoridad que necesitar podía; se estableció, que solo el reino junto en cortes pudiese nombrarlo, y deponerlo; que este empleo fuese perpetuo  que jamás el rey, sino el reino en cortes pudiese proceder criminalmente contra él y finalmente nada se omitió, de cuanto pudiese contribuir a que se verificasen constantemente en ellas altas miras, que en su establecimiento se habían tenido. 
Establecidas que fueron estás. leyes propagaron en seguida, el fuero que llaman de levantar rey, en el que se prescribieron las ceremonias que debían: acojer la Real Jura y los Juramentos que los Vasallos habian de: prestar de obedecer a su rey y el rey de conservarles sus fueros porque ninguno que jamás sería según dice este Fuero no les pudiese ser malo pues que al pueblo le daban. lo que ganaban a los moros. Tomadas ya todas, estas medidas, empezaron desde; luego a tratar de quien había de ser la persona,, que elegirían por su. rey y señor y a quien como soberano habían de rendir obediencia, depositando en sus manos la conservación de sus vidas y de sus haciendas. Pero como quiera que por las continuas incursiones, con que por todas partes los acosaban, los moros no pudiesen dejar jamás las armas de las manos, ni tener por consiguiente el tiempo y quietud que eran necesarios para convenir a  todos un mismo sujeto y en un punto tan arduo y cuya importancia hacía todavía mayor el estado poco seguro en que ellos y los reyes vecinos. Pero al cabo hizo la ocasión lo que no habían podido, el consejo y la prudencia. Los árabes, que no ignoraban las diferencias que tenían divididos a los de Sobrarbe, juzgaron que aprovechándose de esta ocasión, seria empresa fácil el derrotarlos enteramente; con este objeto dueños ya de las sierras de Panillo Palio, y Trocedo como asimismo de Jas alturas que se hallan entre ios Ríos Cinca , y Essera se resolvieron a invadir con un poderoso ejército todo e1 reino de Sobrarbe.
A la sazón se hallaban los Sobrarbenses en Aragiles donde se habían congregado para elegir rey enderezaron pues los moros sus fuerzas hacia este lugar y después de haber quemado el célebre Monasterio de San Vitoriano fundado en tiempo de los reyes Godos sentaron sus reales sobre el mismo Aragües.  Reinaba entonces en Pamplona el Rey Iñigo Arista, que en el año 842 había sucedido en aquel trono, a su Padre Don Ximeno García  hijo del IV rey de Sobrarbe don Sancho Garcés. La inmediación de entre ambos reyes hizo que Arista considerase el inminente riesgo, que le amenazaba a él, y a su Reino, Si los moros se llegasen a apoderar de Sobrarbe y así luego que supo el peligro en que se hallaban éstos, juntaron de los vascos Bearneses y de Bigorra hasta seis mil hombres, vino por la parte de los Pirineos a favorecer a los de Sobrarbe y habiendo llegado muy cerca de sus reales y a las espaldas de los moros en el lugar que llaman Campo de Rey, ordenó sus gentes, haciendo saber a los cristianos su llegada y la posición que había tomado para poderlos socorrer mejor. Los de Sobrarbe, que aunque muy inferiores en número a los moros estaban ya prevenidos a hacerles la mas vigorosa resistencia, acometieron al enemigo con un denuedo sin igual y aunque se vieron al principio tristemente acosados, sin que Arista, ignorante del riesgo en que se hallaban, los pudiese socorrer; no obstante sabedor después de ello  voló a su socorro y juntos entre ambos ejércitos lograron en breve derrotar del todo las fuerzas de los moros, arrojándolos más allá de las tierras que poseían antes de esta jornada. Juntos después de esta gloriosa victoria entre ambos ejércitos, levantaron en memoria de ella una cruz que dicen de los Aragoneses y de Pueyo de Aragües y luego reconocidos los de Sobrarbe al beneficio que acababan de recibir del rey Iñigo Arista lo aclamaron por su rey, y congregados los principales de ellos, después de renovar solemnemente los Fueros y Leyes que tenían establecidas, de haber nombrado Juez Medio hicieronle jurar que. velaría sobre la custodia de estos mismos fueros y leyes, nombraron por su Rey a Iñigo Arista, a quien todos prometiéron y juraron obedecer como a Soberano y los más principales del reino en nombre de todo él recibieron del nuevo rey el juramento, que le hizo de defenderlos, protegerlos y de guardarles inviolablemente sus fueros. 
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